En un primer momento, se pretendió llenar el Hindenburg con
helio, pero un embargo del ejército de Estados Unidos sobre este elemento
obligó a los alemanes a cambiar el diseño para pasar a usar hidrógeno altamente
inflamable y fuertemente explosivo. A pesar de que la densidad del hidrógeno es
la mitad de la del helio, su empuje apenas aumentó en un 10%. Gracias a este
pequeño incremento, en el invierno de 1936 se aumentó su capacidad añadiendo
otras 10 cabinas de pasajeros. Nueve de ellas disponían de dos camas, y la
última de cuatro. También se quitó un piano para ahorrar peso.
El desastre:
El 6 de mayo de 1937, tras haber cruzado el Atlántico, el
Hindenburg se acercó a la base de amarre en la Estación Aeronaval de Lakehurst
(Nueva Jersey), después de esperar varias horas a que el tiempo tormentoso le
permitiera las maniobras de atraque.
A las 19:25, mientras el Hindenburg ya había largado los
amarres y se acercaba a la torre, se observó a popa un destello de fuego (había una tormenta eléctrica y el aire estaba
cargado eléctricamente). Repentinamente, se prendió fuego en la parte superior
de la popa, extendiéndose casi instantáneamente por todo el dirigible mientras
la estructura caía lentamente sobre los pasajeros que saltaban desde una altura
de 15 m, sobre los marinos que ayudaban en las maniobras. Quedó destruido por
completo en menos de 40 segundos y su esqueleto permaneció largo tiempo en el
suelo hasta que fue vendido como chatarra.
A pesar de lo impactante del desastre, de las 97 personas
que había a bordo afortunadamente solo 35 murieron, la mayoría de ellas
quemadas o aplastadas bajo la estructura. En concreto, de los 36 pasajeros y 61
personas de la tripulación, 13 y 22 personas murieron, respectivamente. Muchos
de los tripulantes y pasajeros se salvaron gracias a la rotura de los depósitos
de agua que cayó sobre ellos, salvándolos de las llamas.
Recientes investigaciones han sugerido que el fuego, aunque
causado principalmente por el hidrógeno del dirigible, pudo haberse visto
favorecido por el revestimiento del Hindenburg a base de nitrato de celulosa
(pólvora) impermeabilizado y protegido con capas de óxido de hierro y polvo de
aluminio (termita). Esto habría colaborado a acelerar el fuego, pudiendo
alcanzar específicamente temperaturas de hasta 3.000 °C.
Tras el desastre y posterior investigación, Adolf Hitler
ordenó terminar con la flota de dirigibles comerciales. El LZ-130 Graf Zeppelin
II (su gemelo), habiéndose acabado su construcción aún a pesar del fatal
accidente de su aeronave gemela (por el cual nunca llegó a realizar ningún
servicio de transporte de pasajeros), fue usado brevemente antes de su retirada
del servicio, como plataforma para la investigación secreta de los experimentales
sistemas de radar ingleses que resultó infructífera.
Estas son las fotos de algunos momentos del montaje:
El kit antes de empezar a construirlo.
A esto hay que sumar un juego de calcas con las esvasticas ya que el kit no las trae:
La base con los soportes con los motores, cabina de mando y las ventanas de compartimento de pasajeros:
Y por último, el dirigible ya montado en la base pintada, y preparado para pintar el resto de la maqueta.
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